miércoles, 30 de enero de 2008

Muda de la cigarra


Las jovenes cigarras son animales subterráneos, nada parecidos a los adultos, que pasan largos años enterrados en vida (en algunas especies americanas el desarrollo larval dura 17 años, ignoro quién tuvo la paciencia de averiguar el dato y cómo lo hizo, pero parece aceptado por la comunidad científica, así que será verdad). Viven, como digo, bajo tierra, chupando la savia de las raíces de las plantas. Cuando decide que ha llegado el momento de abandonar su entierro, la ninfa (que así se llama a las fases juveniles de los insectos exopterigotos) sale a la superficie durante la noche y trepa a una ramita o tallo de alguna planta. Allí se produce la transformación final: un insecto alado emerge de sí mismo dejando en la ramita un molde vacío de su anterior forma, extiende y seca sus alas y se aleja volando al calor del nuevo día, y durante un par de semanas (o tal vez todo el verano), martiriza los oídos del resto de seres vivos con un chirrido característico de su especie, monótono e insufrible.

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